Desde hace mucho me sorprende la exposición de los niños al televisor y a otros dispositivos digitales tan brutal que veo en todas partes. No discrimino en edades, sectores sociales, culturas ni cualquier otro tipo de distinción; es exagerado, mires donde mires, incluso en escuelas infantiles, comedores y colegios, el abuso que se hace de este recurso.
Me gustaría poner en contexto a los lectores habiendo una valoración completa y, al mismo tiempo, comentar los métodos más óptimos para educar a los niños, centrándonos en el uso de pantallas, que adelanto ya que no debe ser eliminado como recurso lúdico y educativo sino usado con cabeza.
Te voy a poner en precedentes, mostrarte las graves consecuencias que tiene exposición de los niños al televisor y, por supuesto, comentarte cómo debe ser el consumo de pantallas por parte de los niños, siempre con ayuda y supervisión de los adultos. Porque no tenemos que tirar nuestros chismes por la ventana, sólo utilizarlos correctamente, pues también son positivos.
Situación actual
Seguro que en alguna ocasión has escuchado eso de “uso y abuso”. Esto es precisamente lo que está ocurriendo con nuestros pequeños y la digitalización del hogar (y no sólo en casa, la verdad9.
Las pantallas como herramienta de enseñanza-aprendizaje
Las pantallas se han convertido en todo un recurso para enseñar. Y aunque lo vemos en casa, lo preocupante resulta ver la frecuencia con la que esto ocurre en clase y, sobre todo, la falta de necesidad al respecto.
La educación con televisores comienza desde que los niños son muy pequeños, en la escuela infantil. Recordemos que en esta institución la edad máxima de los niños es de 3 años.
Y lo digo desde la experiencia. Los educadores comienzan la jornada en el aula poniendo un video-canción para dar la bienvenida al día y a los compañeros. ¿Es esto necesario? ¿No es bastante estímulo ver a nuestra figura de referencia en el cole (educador) y a los amigos cantar, bailar, palmear y reír? ¿No hay otros recursos que enriquezcan más la experiencia?
Los niños no necesitan este estímulo en el cole, y mucho menos en una escuela infantil. Además, los padres ya abusan de dichos aparatos en casa relegando la “buena educación” a los profesionales con la excusa de que ese es su trabajo (algo que considero MUY incorrecto pero que resulta la realidad del momento).
Hace mucho años, como niña, pude vivir esto en primera persona (y eso que no había ni teléfonos móviles en la época). En la guardería (que aún se llamaba así), a la hora de comer, que nos juntábamos los niños de todas las edades, nos colaron una película mientras esperábamos la comida porque no la hicieron a tiempo.
¿No había otra cosa que hacer? ¿De verdad una misma película puede ser adecuada para niños de 0 a 12 años (yo tenía 12). Indudablemente, se hizo un uso incorrecto de este recurso de dos modos distintos.
Por otro lado, en edades más avanzadas, tanto en secundaria como en primaria (que es más grave), ¿cuántas veces nos han puesto películas que no educan (o mal hecho) sino para rellenar hueco, por ejemplo, cuando faltaba un profesor o en las épocas decembrinas?
Y cuando lo hacen con la idea de enseñar… ¿de verdad lo hacen? ¿Los alumnos prestan atención? ¿El contenido es adecuado? ¿Se enriquece dinámicamente? ¿Se evalúan después los conocimientos que se hayan podido absorber? ¿El maestro o profesor forma parte de la experiencia? ¿Se enseña a nuestros pequeños a usar el audiovisual como herramienta para aprender incluso cuando ellos mismos les obligan a hacerlo?
Por otro lado y para finalizar el punto, tenemos la realización de los deberes consultando Internet. ¿Está mal? En absoluto. ¿Puede estarlo? Totalmente. Nos acostumbramos a hacerlo así, que es mucho más fácil, de manera que casi no hacemos trabajar al cerebro. Además, nos perdemos esos momentos padre-hijo en los que se les ayuda. De nuevo, empobrecemos el desarrollo cognitivo y nos perdemos un acercamiento a nivel emocional.
En definitiva, se da una abrumadora exposición de los niños al televisor y esta, aunque pretenda tener una finalidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, no la tiene.
Las pantallas como herramienta de entretenimiento
Por otro lado tenemos el consumo de tele (y ya no me meto en redes sociales porque no podría acabar) para entretener a los niños.
¿Crees que es igual de adecuado que un adulto disfrute de tres-cinco contenidos semanales a que lo haga un niño? ¿Debe un niño invertir tantas horas de ocio (que, recordemos que durante la infancia este no deja de ser también momento de aprendizaje) en sentarse delante de una pantalla?
El adulto no necesita dedicar tantísimo tiempo al aprendizaje y ni qué decir tiene que al desarrollo. Cuando tenemos que formarnos generalmente lo hacemos por obligación, para prosperar en nuestros puestos de trabajo y consumimos lo que haga falta con esa finalidad y, generalmente, en horario laboral. Más allá de eso y de hacer algo de ejercicio, los adultos “no tenemos nada que hacer” obligatoriamente, no es necesario.
El niño necesita invertir su tiempo de muchas otras maneras. Una gran parte de su tiempo libre debe corresponderse con el juego (el cual se tiene que realizar de muchas maneras para procurar un desarrollo integral (físico, emocional, cognitivo) y siempre desde un enfoque lúdico y activo para que el cerebro, que está en época de gran plasticidad, asiente conocimientos.
¿Crees que tirar de pantallas siempre que sea posible es igual de beneficioso para él que si utilizamos juegos dinámicos, imaginativos, de búsqueda de conocimientos…? Hay mucho entretenimiento, incluyendo vídeos, juegos y otras utilidades, que se consumen en pantallas pero no son, ni de lejos, igual de aptas. El trabajo que realiza el cerebro durante su visionado es ínfimo en comparación con el que se da al valernos de otros recursos de entretenimiento.
En cuanto al ocio puro y duro, por supuesto que no digo que no se puedan ver algunas películas, pero siempre una vez que el niño haya trabajado en los demás aspectos de importancia para su desarrollo y educación.
También está el famoso “ponte la tele mientras esperas a que estemos listos”. ¿Qué crees que va a aportarle al niño ese consumo extra de televisión al que le estás obligando (y, con ello, acostumbrando) sólo porque tú no hayas gestionado bien tu tiempo?
¿Y qué decir de esos niños que comen mirando una tablet? ¿Conoces la importancia de comer como un hábito consciente? La comida, si no se enfoca bien desde que el niño comienza a tomar alimentos diferentes a la leche (o incluso antes) puede ser un momento muy difícil. Es muy pero que muy común tirar de tablet para tener al niño atontado y que coma sin enterarse. Así, nos ahorramos berrinches, la comida termina mucho antes y con un poco “de suerte” se come las verduras. Sin duda, el peor uso que se le da a una pantalla.
Además, ¿todo lo que se ve es de calidad y se recomienda que enriquecer el desarrollo del niño en algún aspecto? Sabes que no. Si tú mismo dices que tal programa es un asco, ¿de verdad crees que vas a encontrar algo mejor para un público que por edad ni debería estar viendo la tele sin supervisión?
Bueno, y si vamos sumando todo lo visto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que se está dando un uso totalmente abusivo, erróneo y, de hecho, contraproducente de las pantallas.
Problemas de una gran exposición de los niños al televisor
La Academia Americana de Pediatras y la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes confirman la cantidad de problemas que aparecen a corto y medio plazo por la exposición de los niños al televisor, que es exagerada e inadecuada.
- Atención empobrecida. Tarda en aparecer pero puede resultar muy grave y, si no se trata a tiempo, desembocará en situaciones irreparables. De la mano aparece la confusión, la falta de rapidez mental para atajar situaciones imprevistas o una mayor dificultad para el aprendizaje de libro.
- Obesidad. Tanto por falta de actividad como por consumo de alimentos inadecuados durante el tiempo que estamos viendo algo).
- Alteraciones del sueño. Tanto usar pantallas a horas tardías como verlas más horas de lo debido hace que el niño termine durmiendo mal.
- ¿Por qué? De noche están hiperestimulados con alto volumen y colores impactantes, lo que hace que no puedan coger el sueño, les duele la cabeza, etc. En cuanto al exceso, provoca, literalmente, una adicción; el niño necesita cada vez más minutos de pantallas al día y no disponer de ellas lo hace pensar en sus momentos libres (por ejemplo, cuando no hace nada en la cama).
- Irritabilidad, actuaciones caprichosas, violencia. Como cuando acostumbras al niño a cualquier cosa (e incluso al adulto), en el momento en que deseas retirarle o simplemente reducir ese estímulo, el niño se enfadará, vivirá episodios fuertes de irritabilidad, gritará… Lo que vienen siendo los berrinches. El habitual, ante esto, que los padres cedan, multiplicando la gravedad de la situación. Si a nosotros no nos gusta desprendernos de aquello que nos da placer, imagínate a ellos que no terminan de comprender por qué lo hacemos (o no les importan las consecuencias a futuro porque no las han vivido).
- Propensión al tabaquismo. Se propicia básicamente por el aletargamiento general, la falta de habilidades sociales y el estrés del menor a vivir en un ambiente social en el que no se siente cómodo.
- Pérdida de interés. Una falsa satisfacción al recibir estímulos (pobres e inadecuados recordemos) y la adicción a los contenidos que consume o a los propios aparatos hacen que el niño no desee o considere innecesario buscar otros estímulos como diferentes juegos, práctica de actividades lúdico educativas intencionales o incluso la interacción social.
- Eliminación de prioridades. Los mismos motivos que acabo de comentar hacen que el pequeño no quiera hacer sus deberes (estudiar, tareas del hogar…) porque, simplemente, le es más cómodo y le gusta más divertirse o anonadarse frente a un ordenador o televisor. También pospone la hora del baño, modifica el hábito de la comida (comiendo en el sofá, por ejemplo, comiendo peor para tener más tiempo), no se esfuerza en charlar con los padres, perdiendo interacción social…
- Lento desarrollo del lenguaje. En el caso de la exposición muy temprana de bebés a las pantallas, el desarrollo del lenguaje se ve gravemente afectado. A edades más altas no es tan grave pero sí se pueden dar estancamientos debido a la baja función cerebral y a la falta de interés del niño por aprender y relacionarse.
Atención, quiero aclarar que algunas de estas patologías aparecen o se agravan, en ocasiones, si se dan también otros factores como la exposición temprana, sensación de abandono por parte de los progenitores (y en general, pertenencia a familias disfuncionales), padecimiento de ansiedad o, curiosamente, el simple hecho de que el niño sea varón.
¿Cómo deben consumir tele los niños?
Y por supuesto, como ya he adelantado, tenemos el punto que debemos considerar para hacer un uso responsable de la televisión otras pantallas.
Zonas sin pantallas en el hogar
Asegúrate de que en tu hogar, especialmente en esas zonas en las que el niño practica actividades enfocadas a la diversión y la educación, no se encuentren pantallas. En la cocina si coméis ahí, en su habitación, en la terraza…
Hay que saber diferenciar lo que se hace en cada momento y, por supuesto, no dar pie a que el niño encienda el aparato o, ni siquiera, a que sienta anhelo por utilizarlo por estar viéndolo, lo que crea una mayor sensación de necesidad y hace que pierda la atención en lo que tiene que hacer.
Rutinas y prioridades
Debe quedar claro en la familia cuándo se puede ver la tele, jugar al ordenador o a la tablet, etc. Habrá que poner una horquilla semanal de horas que se consuman siempre que ya se hayan realizado las tareas necesarias para el desarrollo y obligatorias para su edad y sin que se alteren procesos como el sueño.
No podemos negociar cambios de minutos en pantallas para quitarlos de otras actividades ni alterar el orden en que se hacen las cosas (a no ser que quede así establecido por adelantado y siempre hablando de actividades que no son de primera necesidad u obligatoriedad.
Como consejo muy mío, no comáis con la tele puesta. La alimentación es difícil y cualquier distracción supone una dificultad a la hora de adquirir un buen hábito en la mesa.
Evita las horas cercanas al sueño (incluyendo la siesta), para evitar los sobrestímulos.
De todo ello deducimos que no se puede usar la tele o el móvil como un premio. De ser así, el niño hará un esfuerzo falso (educándose en valores negativos) para acumular tiempo de exposición. Además, si el cálculo no está bien hecho (imagina que el niño empieza a hacer tareas del hogar como un loco), al final le estarás regalando tiempo que tú mismo has dicho que no se debe usar para ello, contradiciéndote y logrando el efecto contrario al deseado.
La educación al respecto es esencial para que el niño comprenda lo perjudicial de la situación y desee, por él mismo, no abusar de las pantallas.
Contenido adecuado y de utilidad
Por supuesto, y confirmando lo que he comentado de que no siempre es malo consumir audiovisuales. Por ello, disfrutadlos y usadlos con cabeza.
Convierte momentos. Aprovecha que han mandado ver una peli o documental en el cole para convertirlo en una actividad en familia con la que, además de pasar tiempo juntos, podrás ayudar a tu pequeño con sus tareas.
Aboga por el uso de otros recursos para hacer los deberes y trabajos del cole. Pero como no siempre puede ser así (la mayoría de familias no tienen ni enciclopedias en casa), consulta tú contenidos que puedan resultar de interés para hacer los trabajos (verifica la fiabilidad) y anima a tu hijo a que los use para mejorar en sus estudios.
Propón la visualización de contenido como parte de una actividad más completa. Por ejemplo, después hablar de lo que se ha visto, hacer un dibujo, inventar un final alternativo… En definitiva, hacer lo que deberían hacer los profesores en la escuela.
Busca contenido de calidad, enriquecedor que el niño entienda y que pueda adaptar a sus vivencias e incorporar información positiva después de haberlo consumido.