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¿Por qué siguen triunfando formatos como Gran Hermano?

Han pasado casi 25 años desde que aquel 23 de abril del año 2000 se estrenó en Telecinco un formato absolutamente revolucionario. Gran Hermano 1 generó muchísima expectativa, fruto de la novedad de los realities shows, una mezcla entre curiosidad, fomo y con un tinte de voyeurismo. Desde el sofá de nuestro salón podíamos ver, a través de la caja tonta, el minuto a minuto del incipiente enamoramiento de María José Galera, las discusiones de Vanessa o el buenrollismo de Ismael e Iván. El formato arrasó, para sorpresa de nadie. Nos gusta el espectáculo y GH lo dio. Sin embargo, lo realmente sorprendente es que en 2024, cuando ha cambiado nuestra forma de ver televisión y el modo en el que nos entretenemos, formatos como Gran Hermano continúen siendo líderes de audiencia en su franja horaria.

Este año, GH cuenta nada menos que con tres emisiones de más de tres horas de duración cada una los martes, jueves y domingos, en prime time. Y sigue siendo el rey.

Hemos cambiado… pero en el fondo seguimos siendo los mismos

Gran Hermano conserva el ADN de lo que era en aquel año 2000, pero ha sabido adaptarse bien a los nuevos tiempos. Ante todo, no hay que perder de vista que es una fábrica de puro entretenimiento. No es el programa más culto, ni el más didáctico. Pero nos entretiene y con eso deberíamos tener suficiente.

GH mantiene las tramas de las primeras ediciones: amistades, amores, discusiones domésticas, celos, envidias… Un cóctel que no dista mucho de otras ficciones que arrasan en las plataformas de streaming. Entonce,s ¿por qué se aplaude a quien ve Élite (por poner un ejemplo que todos conocemos, que nadie se nos ofenda) y por qué se tiene que esconder el espectador de Gran Hermano?

Seguimos siendo los mismos espectadores curiosos que nos gusta que los habitantes de la casa se asomen a la ventana de nuestro televisor. Y son también los mismos espectadores que en otro momento del día pueden ver Pasapalabra, Saber y ganar o La cocina de Karlos Arguiñano. No tenemos que ser siempre unos eruditos, también hay espacio para simplemente desconectar la mente.

violeta gran hermano

Además, Gran Hermano tiene otro componente que no podemos olvidar y es el de la nostalgia. Es un programa que, de modo intermitente, lleva acompañándonos desde hace 25 años. Para muchos de nosotros, desde la infancia. Otros ya nacieron con él. Y la nostalgia siempre está de moda. Sin embargo, nos gustaría conocer los datos demográficos de la audiencia para poder arrojar algo más de luz sobre este tema. ¿Está logrando enganchar a los espectadores más jóvenes? ¿Es un formato que está envejeciendo junto a su audiencia? Da qué pensar.

Otra de las claves del éxito de Gran Hermano en la actualidad es que, a pesar de emitirse en la televisión tradicional, también ha sabido adaptarse a los nuevos canales y las nuevas formas de ver la tele. Ya no nos sentamos cada noche a ver la tele en familia en el salón. Por eso, esta edición se puede ver también en Mi Tele, la plataforma de Mediaset, de forma gratuita están todos los programas subidos a las pocas horas de ser emitidos. Además, no podemos olvidarnos de la emisión 24 horas, que, según podemos ver en Twitter, sí que engancha al público más joven, ese que también estuvo enganchado al minuto a minuto de Operación Triunfo. Las nuevas generaciones no son tan diferentes de las generaciones anteriores.

edi gran hermano

El reality show sigue siendo el rey de la parrilla

Ya hablamos hace unas semanas acerca de reality shows que no conocías y que también tuvieron su minuto de gloria en la parrilla televisiva. Algunos más casposos que otros, algunos más efímeros y otros que han sido capaces de dejar momentazos para la televisión de nuestro país. En cualquier caso, este formato gusta. Y mucho. Aunque no lo queramos reconocer.

Que Gran Hermano se siga emitiendo casi 25 años después es la prueba viva de esto. Pero la cosa no solo pasa por la casa más famosa del país. Otros programas, que han cosechado un gran éxito no solo de audiencias, también en redes sociales y generando titulares, como La Isla de las Tentaciones, demuestran que nos gusta ver las vidas ajenas a través de nuestro televisor, nuestro smartphone o nuestra Tablet. Cada uno, lo que tenga a mano.

El caso de La Isla es mucho más heavy y más explícito que Gran Hermano y en cierto modo, aunque el objetivo sea ver vidas ajenas, también tiene una mecánica muy diferente. No solo no hay emisión 24 horas, sino que, además, se emite en diferido, tras varios meses después de la grabación original. Además, aquí no interesa caer bien a la audiencia, no hay un premio económico para el ganador, tan solo poner a prueba a su pareja, superar sus celos, reforzar su confianza… y aspirar al título de nuevo influencer, que a día de hoy casi es mejor que el jugoso maletín de 300.000 euros de los grandes hermanos. Desde luego, que bien gestionado un perfil potente en redes sociales, puede dar mucho más que eso. Suena exagerado pero es así. Y aquí reside principalmente el gran premio de este tipo de programas, un cohete directo a los Premios Ídolo… o al menos a poder ponerse en el perfil la palabrita de “influencer” que tantas puertas abre hoy en día.

Nadie ve Gran Hermano… pero es el líder de audiencias

El fenómeno Gran Hermano es bastante curioso. Pocas personas reconocen abiertamente que lo ven y la mayoría de los espectadores lo negarían en determinados círculos. Pero ese 36,5% de audiencia del día de su estreno no deja lugar a dudas. Nos sigue gustando este formato.

A fin de cuentas, es una buena forma de no quedarse fuera de la actualidad, una especie de “fomo” que no queremos sufrir. Todos queremos saber en qué estado está la relación entre Violeta y Edi o si Ruvens y Óscar ya han dado un paso más.

Gran Hermano ha logrado, un año más, la identificación con la audiencia, introduciendo perfiles de todo tipo. Desde los 20 años hasta los 40 y tantos. De todas las condiciones sexuales. Perfiles más pijos y otros más alternativos. Todos tenemos un gran hermano a nuestra imagen y semejanza ahí dentro… o por lo menos, alguno que nos cae en gracia y otros a los que le declararíamos un hate eterno.

Y es que esto también es GH: conseguir despertar nuestros instintos más primarios, amar y odiar, sentir y sufrir y, en el medio de todo, esa curiosidad por conocer hasta los detalles más íntimos de la vida de ese puñado de personas que han superado un casting de más de 100.000 aspirantes.

Porque, si Gran Hermano es líder de audiencias, también es otra de las máximas aspiraciones en la vida de muchas personas. Esto ya es más cuestionable, pero no estamos aquí para juzgar. Ni mucho menos.

Mientras que el formato siga dando en la tecla de lo que nos gusta, manteniendo la esencia actual pero adaptándose a los nuevos perfiles que hay hoy en día en las calles y a nuestra forma de consumir televisión, le queda mucha, mucha vida al programa. Que así sea.

Imágenes | Telecinco

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