Recuerdo perfectamente cuando hace unos diez años me tocó comprar una tele nueva y pedí recomendación a un amigo que, por aquel entonces, trabajaba en algo relacionado con eso. Mi duda era si optar por un televisor 4K (que estaban empezando a democratizarse al fin) o por un televisor 3D (que estaba muy de moda). Su respuesta fue clara: el 3D va a morir y apenas hay contenido, compra un televisor 4K si quieres una inversión buena a futuro. Y no se equivocó para nada. Apenas un par de años después, las teles en 4K partían la pana, mientras que los contenidos en 3D había desaparecido de las listas de novedades… Una pena, por cierto, creo que no se supo explotar bien esa tecnología. En cualquier caso, ahora que la pregunta va más entre si comprar televisores 8K o seguir aguantando con los televisores 4K, la respuesta es diferente. Y no deja de sorprender.
Podría parecer que tiene más sentido apostar por los televisores 8K, que deberían ser el futuro, porque a fin de cuenta si vemos la evolución que han tenido las pantallas cada nueva resolución ha destronado a la anterior: del HD pasamos al Full HD, del Full HD al 4K y del 4K… a nada, realmente a nada.
Porque sí, los televisores 8K son el siguiente paso en esta escala, pero en la práctica se recibieron con mucho interés y este se ha ido desinflando. ¿El problema? El mismo que ocurrió con los televisores 3D: no hay contenido. Ni se le espera.
Falta contenido y variedad de modelos y sobra precio en los televisores 8K
Toshiba fue uno de los primeros fabricantes en traer los televisores 4K al gran público. Corría el año 2011 y aunque todavía quedaba un poco para que esta resolución se democratizara, han pasado 13 años y sigue dominando el mercado. Para que luego digan que la tecnología avanza demasiado deprisa y que todo lo que sale queda obsoleto en un mes. Debe ser esta la excepción que confirma la regla.
El caso es que ni siquiera el 4K está totalmente extendido en nuestro día a día. Si ves la televisión tradicional, la mayoría de canales emiten en HD (muy lejos todavía de este 4K), mientras que las plataformas de streaming, si vas al baratillo y coges una suscripción económica, también te dan contenidos en HD o como mucho en Full HD. Toca pasar por caja si queremos disfrutar de nuestras pelis en 4K.
Habría que hacer una cuenta básica y está claro que cada espectador es un mundo. Habrá quienes vean todo en 4K y quienes, incluso teniendo un panel con la capacidad de reproducir en esta resolución, no lleguen a disfrutarlo nunca. Otros, se quedarán en un “fifty fifty”. En cualquier caso, es muy raro que tengamos un visionado en 4K al 100%.
Por lo tanto, si todavía el 4K no está totalmente integrado en nuestros días (como sucedió con el HD o el Full HD), parece algo absurdo querer “saltarnos” esta generación e ir directamente a por los televisores 8K.
Si todavía hay carencias en contenidos 4K, no hace falta que te explique que los contenidos disponibles en 8K son casi anecdóticos. Sí, ese vídeo de un camaleón y un precioso paisaje que te ponen en las grandes superficies es muy bonito como demostración de la calidad de esta tecnología, pero cuando llegues a casa con este televisor no vas a poder sacarle todo el partido que deseas.
Además, cuando se intenta escalar desde una resolución mucho más baja (los televisores que lo permiten), no se obtienen resultados interesantes, por lo que casi compensa más dejarlo tal cual era en origen. En este punto, la IA (sí, otra vez la IA), podría ayudar, pero de cualquier modo es algo que todavía está en pañales.
A día de hoy, el precio de los televisores 8K no está para nada justificado. Además de la falta de contenidos, también hay falta de modelos disponibles, lo que hace que se encarezca el precio. Y, como tampoco hay apenas demanda, la oferta se dispara. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Y puede que pienses que quieres hacer ese “esfuerzo” (o no, según el bolsillo de cada uno) de comprar un televisor 8K si te toca renovarlo ahora, mirando a futuro, pero lo cierto es que considero que la relación de precios entre un buen televisor 4K y un televisor 8K todavía está demasiado alejada y creo que no compensa. A día de hoy, que quizá mañana las cosas cambien.
Los fabricantes no se cansan de intentarlo
La gama Samsung Neo QLED 8K o LG Signature OLED 8K son las que se están repartiendo el pastel entre quienes apuestan por esta tecnología.
Son varios los fabricantes que se han unido a la 8K Association, una asociación sin ánimo de lucro que trata de marcar los estándares que deben seguir los televisores con esta resolución. Samsung, LG, Panasonic, Philips, Hisense, TCL… Son muchos los nombres que se han unido a ella para avanzar hacia este 8K anhelado, pero de momento todo va demasiado lento.
Por eso, a pesar de que los televisores 8K no han calado en el mercado (todavía, ni parece que lo vayan a hacer en un futuro muy cercano), existen opciones que por lo menos lo mantienen vivo.
Si aún así quieres comprar uno, estas son mis recomendaciones de televisores 8K
Mi recomendación sería que te compraras un buen televisor 4K si quieres tener una excelente calidad de imagen en casa y que no descuides tampoco el apartado del sonido, que es otro punto súper importante y que a veces cae en el olvido. Sin embargo, si estás empeñado en apostar por los televisores 8K y quieres comprar uno, cueste lo que cueste, aquí te dejo algunos modelos que te puedo recomendar.
Samsung QN800D y Samsung QN900D:
Tanto la familia Samsung QN800D como la QN900D, ambas de 2024, llegan en tres tamaños, 65 pulgadas, 75 pulgadas y 85 pulgadas, y un precio a partir de 3.500 euros y hasta 9.000 euros. Una excelente experiencia en entretenimiento y conectividad, sonido multidimensional y, por supuesto, una calidad de imagen excepcional son las claves de los que son los mejores televisores con los que Samsung cuenta actualmente en su catálogo.
LG QNED966QA:
LG lleva algún tiempecito sin sacar novedades, aunque están trabajando en ello. La familia disponible en tiendas habituales dentro de los televisores 8K de LG es la LG QNED966QA, de 2022. Cuentan con dos formatos disponibles, 65 pulgadas y 75 pulgadas, resolución 8K y tecnologías Quantum Dot, NanoCell y MiniLED. En este caso, el precio es ligeramente más “económico” y puedes encontrarlos entre 3.000 euros y 4.000 euros, aproximadamente.
A día de hoy, si yo tuviera que comprarme un televisor nuevo, apostaría por un modelo 4K con buenas tecnologías de imagen. No sabemos cómo evolucionará el mercado y si el 8K dará el chupinazo de repente, pero con el panorama que tenemos actualmente y la evolución que está sufriendo, no parece que esto vaya a suceder en un futuro cercano y, desde luego, el precio de estos paneles no merecen nada la pena para lo que nos ofrecen actualmente. Esta es mi recomendación pero, como siempre, la última palabra la tienes tú.